Clara Phillips, la hermosa acusada de horripilante crimen se refugia en México – Periódico Excélsior

Clara Phillips es una guapa mujer. Tiene unos ojos grandes, expresivos, hundidos en sus órbitas. Viste correctamente. Es persona bien educada y con cierta distinción. Habla con mesura, reflexionando bien lo que ha de decir
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Un aeroplano y hasta una carreta jalada por bueyes fueron los medios que Phillips utilizó para llegar hasta la frontera sudeste de los Estados Unidos y cruzar en un vapor hacia territorio mexicano.
La actriz y cantante estadunidense, Clara Phillips, también conocida como “La mujer tigre” o “La asesina del martillo”, se escondió en México en diciembre de 1922 mientras huía de las autoridades por un ominoso crimen pasional que cometió para salvar el amor de su esposo.
Clara Anne Weaver nació en junio de 1898 en una provincia de Texas. Con el paso del tiempo, se mudó a Houston junto con su familia. Apenas a los 15 años de edad, contrajo matrimonio con Armour Phillips; la pareja se estableció en Los Ángeles, donde la joven Clara comenzó su carrera como actriz.
 

 
Su incursión como corista y actriz en el Pantages Theatre Hollywood, y en los recintos teatrales más emblemáticos de Los Ángeles, le convirtieron en una promesa de los escenarios.

Unos años más tarde, Clara y Armour tuvieron diferencias debido a los rumores sobre una supuesta relación extramarital que Armour sostenía presuntamente con una trabajadora del First Nationwide Financial institution de nombre Alberta Tremaine Meadows.
El homicidio
Los relatos indican que Clara entró a una tienda de herramientas y compró un martillo con el que más tarde cometería uno de los crímenes pasionales más impactantes de la época en los Estados Unidos.
Quería saber si con ese objeto se podía matar a una persona, pero el vendedor creyó que period una broma y solo dijo que sí. Por esa razón se conoce a Clara Phillips como “La asesina del martillo”.
En compañía de su amiga, la también actriz Peggy Caffee, Clara buscó a Meadows en su casa, tras no encontrarla se dirigió al trabajo de la joven. Desde ahí la convenció de llevarlas a un solitario lugar en Two-Three Hill, en Los Ángeles.
Ya en el punto, en una colina lejana, Phillips pidió a Meadows que bajara del auto para conversar sobre el supuesto engaño; esta negó todo, pero la enfurecida Phillips sacó de entre sus ropas el martillo atacándola con severa violencia, según los reportes periodísticos de los suplementos de Excélsior, la golpeó en más de 50 ocasiones principalmente en la cabeza ante la presencia de su amiga Caffee.
 

 
Phillips descargó toda su ira contra su contrincante, quien en todo momento se rehusó a aceptar las acusaciones de tener una relación sentimental con su esposo. Una vez perpetrado el certero asesinato, las dos mujeres abordaron el vehículo de la joven difunta para abandonarlo en un paraje cercano.
Clara volvió a casa con su esposo, a quien dio todos los detalles del despechado asesinato que había cometido contra Meadows. Las diferentes versiones sugieren que Armour ayudó a su esposa a huir en un tren y después narró a la policía todo lo sucedido.
Los elementos policiacos encargados de la investigación encontraron el cuerpo de la empleada bancaria en una colina lejana con una enorme roca sobre su frágil y destrozada humanidad. La brutalidad con que actuó hizo que se le llamara “la mujer tigre”. Luego hallaron el vehículo abandonado, mismo que contaba con claras huellas del crimen.
Clara Phillips fue detenida, llevada a juicio y condenada a diez años de prisión por homicidio en primer grado. Recluida en una prisión del condado en Los Ángeles, la mujer no estaba dispuesta a purgar su condena.
“Mrs. Phillips sonrió feliz cuando, como castigo por este crimen, recibió del jurado un veredicto de asesinato, que implicaba una sentencia de prisión desde diez años hasta perpetuidad, con excelentes posibilidades de que no duraría más del mínimo. Continúo mostrándose feliz en los días subsiguientes”, se puede leer en un artículo especial publicado en Revista de Revistas el 10 de junio de 1923.
 

 
La misma publicación de Revista de Revistas, relata una visita realizada a Phillips en la prisión de Honduras. Describe a Clara como “Es una guapa mujer. Tiene unos ojos grandes, expresivos, hundidos en sus órbitas. Viste correctamente. Es persona bien educada y con cierta distinción. Habla con mesura, reflexionando bien lo que ha de decir”.
La huida
Unos días antes de su fuga, la felony mujer se las ingenió para hacerse de una sierra. Además, solicitó que colocaran una cortina blanca en la ventana con el pretexto de aminorar los rayos del son en su celda. Todo para no despertar la más mínima sospecha sobre lo que hacía al inside de la prisión.
“Si el asesinato de la hermosa desventurada Mrs. Alberta Meadows fue peculiar y dramático, también lo fue la fuga y desaparición de la asesina.”, Revista de Revistas, 10 de junio de 1923.
Corrían los primeros días de diciembre de 1922, apenas unos meses después de haber sido capturada, cuando la reclusa escapó de su celda. Aunque hay diferentes versiones de como ocurrió la fuga, una de las más manejadas en la época es que Phillips recibió ayuda de algunos internos para conseguir una lima y con ella rebajar el acero de los barrotes de su ventana, romperlos con la sierra y después salir directo a la libertad.
Aparentemente, se deslizó en una cuerda hasta los techos más bajos de la prisión, posteriormente entró en un vehículo que ya la esperaba con ropa y las esperanzas de huir de la justicia. Fue llevada a una casa cercana donde permaneció toda la noche. Luego fue trasladada hasta una zona desértica donde abordó un aeroplano con rumbo a Baja California, México, ahí permaneció la fugitiva varios días para después realizar un largo viaje hasta Nueva Orleans.
Una aventura mexicana
En algún  momento del espectacular escape, el exconvicto Jesse Carsen, apareció como uno de sus cómplices más leales junto con una mujer de quien no se reveló su identidad.
 

 
Su plan period cruzar del lado mexicano. Entonces se embarcaron hacia Veracruz, además, algunos reportes establecen que se les pudo ver en la capital del país hospedándose en uno de los hoteles de mayor renombre de la ciudad. En todo momento, la joven felony se hizo llamar R. M. Younger para evitar ser reconocida.
En Veracruz, se encontraron con un hombre llamado Antonio Díaz, quien dijo ser un revolucionario hondureño. Prometió llevarlas a territorio hondureño donde no podrían ser encontrados.
Los reporteros de un prestigioso diario de Los Ángeles, le siguieron la pista a la prófuga mujer por medio de una transferencia de dinero proveniente de Texas, donde radicaban sus padres, hacia la ciudad de México. La asesina prófuga se enteró que la policía mexicana ya seguía sus huellas, por lo que, prefirió huir hacia Guatemala, dirigirse a El Salvador hasta llegar a Honduras, quizá con ayuda de Díaz.
Una búsqueda incesante
La información de los prófugos fue enviada al resort donde estos se alojaban en la capital mexicana, todos los datos y las descripciones coincidían con la de Phillips y sus acompañantes. Los empleados del resort pudieron reconocer a los fugitivos pero estos ya habían abandonado el lugar tres días antes.
Fueron vistos en Ayutla, Guatemala, pero la policía de Estados Unidos no logró que las autoridades guatemaltecas los capturaran. Mientras tanto, el tridente felony ya había abordado un tren con rumbo a El Salvador, en ese lugar fueron identificados plenamente por los periodistas en conjunto con la policía native. Pero volvieron a escapar, ahora hacia su última escala: Tegucigalpa, Honduras.
“La concept common de que Honduras es el único sitio en el mundo civilizado a donde no llega la extradición, ha sido muy violentamente echada por tierra en el caso de Mrs. Phillips, y esta puede decir mejor que nadie, que existe una gran diferencia entre los hechos y la ficción sobre el explicit”.
Esta vez tuvo que intervenir el gobernador de California, Buddy Richardson, quien ordenó la recaptura de los audaces prófugos y su posterior extradición a territorio estadunidense para cumplir su condena.
Nuevamente en prisión, Clara Phillips no mostró ningún tipo de remordimiento por sus acciones cometidas por un rumor de infidelidad que nunca fue comprobado. Sin embargo, consiguió una conducta ejemplar dentro del centro penitenciario. Estudió y adquirió conocimientos de odontología.
Finalmente fue puesta en libertad en 1935. Una vez fuera de la cárcel, Phillips se dedicó a retomar su vida con un crimen pasional a cuestas. Aunque no se conocen mayores detalles sobre sus últimos años, se sabe que murió alrededor de 1969.
 
 
 
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