Lucas Alamán presentó las Bases para la administración de la República, documento que regiría antes de la nueva Constitución. También fundó el Ministerio de Fomento, Colonización, Industria y Comercio, y el Consejo de Estado
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¿Te imaginas qué vida debes de llevar, para trascender como lo hizo Lucas Alamán y Escalada, un guanajuatense que nació el 18 de octubre de 1792, murió en la ciudad de México el 2 de junio de 1853 y su nombre labró de tal manera que siglos después se enlista en la Actual Academia de la Historia?
De él dijo Alexander von Humboldt, el geógrafo, astrónomo, humanista, naturalista y explorador prusiano, period una de las inteligencias mejor cultivadas que había conocido.
Lucas Alamán (y Escalada) es, sí, esa calle por la que transitamos habitualmente cuando cruzamos la colonia Obrera, de oriente a poniente, entre Tlalpan y Eje Central Lázaro Cárdenas (antes Niño Perdido); y existe otra calle con su nombre en Guadalajara, Jalisco.
Pero atrás de esas placas se tejen muchas historias.
¿Por dónde empezamos la de un empresario industrial, minero y metalúrgico… estadista ¡e historiador!
Fue hijo de Juan Vicente Alamán y María Ignacia Escalada y se crió en el seno de una adinerada familia española, debido a que su madre period descendiente de los marqueses de San Clemente, en cuya fortuna y la de los Sandoval de Alcaraz se encuentra la propia de los también Marqueses de Valdeguerrero.
En Guanajuato Lucas Alamán cursó matemáticas en el colegio de la Purísima Concepción, y más tarde, en el Actual Seminario de Minería de México recibió lecciones de Mineralogía por parte de Andrés Manuel del Río, nada menos que un científico y naturalista español naturalizado mexicano, descubridor del elemento químico vanadio, al que él nominó eritronio.
Por su parte, Alemán (y Escalada) destacó en mineralogía, química, física y botánica.uEl 28 de septiembre de 1810, cuando contaba con 18 años, presenció la entrada en su ciudad de las fuerzas de Hidalgo.
Fue testigo cercano al supoesto espectáculo histórico de la toma de la Alhóndiga de Granaditas, con la masacre de sus defensores, lo que sembró las concepts conservadoras antiliberales que posteriormente sus críticos siempre le achacaron. Fue el primero en negar la existencia de El Pípila.
(Sobre “El Pípila”, hay dos versiones, la de Alamán, a quien le tocó vivirlo y la de Carlos María de Bustamante, quien no lo vio “pero le platicaron”. La versión de Lucas Alamán cube que nunca lo vio, que vio a varios “Pípilas” mineros que estaban con Hidalgo, que lo que hacían period que se acercaban a las ventanas con lozas que los protegieran de los balazos y aventaban teas encendidas hasta provocar un incendio).
Del Actual Seminario mexicano, donde se formó en Ingeniería de Minas, en 1814 se trasladó a Europa para emprender un viaje por diferentes países. Visitó España, Francia (donde conoció a Napoleón Bonaparte), Italia, Escocia, Suiza, Holanda, Alemania y Bélgica, ampliando estudios en la Academia de Minas de Freiberg.
Volvería a París, a continuar con sus cursos de Química en el Colegio de Francia, y de Ciencias Naturales, en el Jardín de Plantas.
Por esta época atravesó por dificultades económicas y en Madrid solicitó se le concediese el privilegio de separar oro y plata, por medio de ácido sulfúrico, en el proceso de la acuñación, consiguiendo, en 1819, que el gobierno le otorgara una patente.
Adiós calamidades.
Desde joven se interesó por la tecnología y dirección de minas, y en la Inglaterra de la Revolución Industrial trabajó con la concept de introducir en México la bomba a vapor, proyecto que gestionó con industriales franceses e ingleses.
La entrada triunfal del Ejército Trigarante, encabezado por Agustín de Iturbide, fue la mañana del 27 de septiembre de 1821, “mañana gloriosa e inolvidable para el pueblo mexicano”, escribría después como historiador Lucas Alamán.
Regresó a México y se integró en el Gobierno independentista como secretario de la Junta de Salubridad Pública y tomó parte activa en el desarrollo de la minería, llegando a proponer varios artículos en los decretos de 22 de noviembre de 1821 y 19 de febrero de 1822.
Publicó su famoso “Ensayo sobre las causas de la decadencia de la minería en la Nueva España”, y elaboró un “Dictamen sobre el importante ramo de la minería”, aprobado por unanimidad y transformado en decreto por la Junta Gubernativa del imperio de Agustín de Iturbide.
Zarpó del puerto de Veracruz, rumbo a España, investido como diputado en representación de Guanajuato, iniciando una carrera de 32 años en el servicio público. En 1822 se trasladó nuevamente a Francia y Gran Bretaña. En este último país fundó la United Mexican Company, que contó con un capital muy importante para la época: seis millones de pesos.
Vendría un periodo en el que periodo desempeñó los más altos cargos de la República.
El triunvirato que sucedió a Iturbide tras su abdicación lo nombró secretario de Estado del Despacho de Relaciones Exteriores, cargo desde el cual organizó el Archivo General de la Nación y fundó el Museo de Antigüedades e Historia Pure.
Como diputado por Guanajuato en las Cortes de Cádiz, Alamán representaba los intereses de los empresarios mineros mexicanos en momentos críticos de los años de la insurgencia, y como ministro con Iturbide y Santa Ana, conoció los problemas que hubo que superar para llegar a la recuperación de la minería y metalurgia, en el período estrenado de la independencia.
Su pretensión period conseguir la restauración de la minería, hundida por la insurgencia, a través de la capitalización extranjera, inglesa y francesa.
Involucrado en la United Mexican Firm, empresa inglesa que a sus instancias invirtió esos seis millones de pesos en Guanajuato, en Zacatecas, y en otras minas mexicanas, Alamán se esforzó por repartir los riesgos inversionistas a través de varios reales de minas, en lugar de la inversión de una misma compañía en una sola mina.
Alamán fue ministro de Relaciones Exteriores e Interiores durante una parte del régimen del presidente Guadalupe Victoria, del 12 de enero a septiembre 27 de 1825.
Fue miembro del triunvirato encargado del Poder ejecutivo del 23 de diciembre de 1829 al 31 de diciembre de 1829 junto a Pedro Vélez y Luis Quintanar.
Alamán también fue parte del gobierno conservador de Anastasio Bustamante (1830-1832), quien se distinguió por su persecución a los miembros de las logias masónicas yorkinas, cuyas simpatías estaban con Vicente Guerrero.
En su calidad de secretario de canciller, Lucas Alamán se dio a la tarea de reactivar la economía del país y su principal acción gubernativa fue la creación del Banco del Avío. Esta institución funcionó hasta 1840 y los fondos del banco se utilizaron para ayudar a los particulares a adquirir maquinaria, preferentemente para los ramos de tejidos de algodón y lana, así como para fomentar la cría de seda; también se financió la fundación de nuevas empresas. Estados como Veracruz vieron favorecida su economía con la implementación del Banco del Avío.
Según Memoria Política de México, period un “católico ferviente, pedía a un sacerdote bendecir cada comida, y rezaba el rosario al acostarse; creía que la religión ayudaba a extirpar los malos hábitos de los pobres: la renuencia a ahorrar para tiempos difíciles, la embriaguez y el desaseo. Consideraba a la propiedad como la base de la sociedad; sin seguridad para sus dueños, la sociedad no podría existir. Creía que era un riesgo educar a los indios, porque, una vez que aprendieran a leer y escribir, podía caer en sus manos literatura subversiva que despertara su espíritu latente de rebelión”.
En 1853 Antonio López de Santa Anna ocupó nuevamente la silla presidencial, designando a Alamán como ministro de Relaciones, puesto que equivalía a nombrarlo jefe de su gobiernos y cargo que mantuvo hasta el día de su muerte.
Alamán presentó las Bases para la administración de la República, documento que regiría antes de la nueva Constitución. También fundó el Ministerio de Fomento, Colonización, Industria y Comercio, así como el Consejo de Estado.
No basta con describirlo como un conservador a ultranza, sino como una persona cuyo enfoque de la posible organización del Estado mexicano dependió de los elementos históricos y actuales de que dispuso en su momento, una etapa sumamente crítica para el país.
Forjó un proyecto de ley de imprenta, reorganizó el Cuerpo Diplomático y dispuso que fueran separados del Ejército Mexicano los militares que en la guerra de 1847 se constituyeron prisioneros voluntarios de los estadunidenses, y al mismo tiempo escribió su Historia de México. Fue fundador del Museo Nacional Mexicano en la Ciudad de México, y del Archivo Normal de la Nación.
Aunque tomó varios momentos para alejarse de la vida pública y dedicarse a negocios particulares, Alamán nunca dejó de interesarse por la política y la economía del país al fomentar la industria textil algodonera, apoyar la diversificación ganadera y fundar las escuelas de artes y agricultura.
El historiador, empresario, político y escritor guanajuatense fue una figura polémica. Se le acusó de haber sido cómplice en el asesinato de Vicente Guerrero, se le hicieron múltiples reclamaciones por su trabajo como ministro, además de ser refutado y desmentido por otras tantas personas tras escribir sus trabajos históricos, como en el caso de los tomos de Historia de México.
En lo referente a los aspectos culturales, Lucas Alamán promovió y logró la creación de la Sociedad Filarmónica Mexicana (1824) y colaboró para que en México se utilizara la prensa litográfica, ello apoyando la publicación del periódico El Iris, cuyo propietario period el pintor italiano Claudio Linati.
El oficio de historiador del guanajuatense se muestra en su libro Historia de México, que narra desde los primeros movimientos de independencia en el año 1808, publicado en 1849. También redactó breves semblanzas biográficas de Miguel Hidalgo, Servando Teresa de Mier, Félix María Calleja y Agustín de Iturbide.
Los documentos que dejó como herencia nos acercan a la intensa vida que tuvo este mexicano y a su proyecto de Estado, pero también nos sirven para comprender el siglo XIX, pues son rico testimonio de su presente y pasado inmediato.
Lucas Alemán y Escalada murió de neumonía el 2 de junio de 1853, en la Ciudad de México.
Qué vida debes tener para que tu nombre aparezca en la Actual Academia de la Historia.
Bien. Ya sabes, a ciencia cierta, quien es Lucas Alamán. Que no te cuenten.
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